En sí, el temazcal
representa la tierra, la diosa que nos da vida y nos sustenta. Cuando uno
entra al temazcal, se dice que está
entrando al vientre de la Madre Tierra y por eso el temazcal tiene formas redondas y cupulares. En algunos casos el recinto se construye
literalmente adentro de la tierra en forma de cueva. El interior del temazcal es oscuro.
Afuera del temazcal, en algunas tradiciones en el
lado oriental, se ubica el fuego sagrado; esto representa el dios
del sol, cuya energía fecundante y creadora calienta las piedras
volcánicas que luego darán calor al temazcal.
A menudo también se pone un círculo de
piedras con objetos representantes de los ancestros para reconocer la
presencia espiritual de los abuelos.
En el centro del temazcal hay una depresión donde
se depositan las piedras calientes (calentadas con anterioridad durante horas en el fuego sagrado del
que he hablado anteriormente).
Las piedras, que serán el fuego que quema lo viejo y da vida a
lo nuevo, deben ser volcánicas porque tienen mayor capacidad de calentarse sin
quebrarse. Las piedras volcánicas son las más antiguas de cuantas piedras hay
en nuestro planeta y representan la sangre de la Madre tierra. Al calentarlas y
rociar el agua de la vida sobre ellas, generan un vapor de agua que es en sí el
ambiente en el que nos mantenemos durante el ritual. Según la tradición de los
antiguos pueblos americanos, al respirar este vapor, estamos inhalando la
sabiduría de lo más esencial en la vida. Es por eso que quien participa en un temazcal, respira la sabiduría cósmica,
transmitida por las piedras que lo han visto todo desde el comienzo y el agua
que es la cuna de toda la vida en nuestro planeta.
Sobre estas piedras se colocan plantas curativas y aromáticas, o se vierte una infusión de éstas, para vaporizar el calor de las piedras. Las plantas también son simbólicas por sus propiedades individuales, por ejemplo:
- El copal limpia el espíritu y recupera la memoria de nuestro origen.
- El palo dulce atrae la belleza y la dulzura y revela la ternura dentro del corazón.
- El cedro para agradecer y bendecir todo lo que tenemos.
- La salvia para escoger solo aquello que necesitamos.
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